
Existen diferentes formas de pensar y eso, ¿de qué manera repercute clínicamente? Clínicamente, se han catalogado dos formas de pensamiento: lo que se conoce como mentalidad pensante (lo que involucra el pensamiento, que es aquel que requiere tiempo, contención y trabajo psíquico) y la no pensante. Podemos decir que la característica central de dicha modalidad es la expulsión del incremento de estímulos producto de las experiencias emocionales que no pueden ser transformadas en pensamiento. Esto quiere decir que los estímulos dolorosos e intolerables quedan expulsados, convirtiéndose en los grupos de supuesto básico de Bion, en donde el pensar queda adscrito a lo que se dicta cultural y socialmente en el grupo en el que uno se desenvuelve.
La alucinosis, que es la fabricación de certezas, implica tanto una pobreza imaginativa como una imposibilidad de captar errores de percepción, y la actuación, dentro de la cual estarían la ludopatía, las adicciones, la piromanía y otros estados arrebatados por la impulsividad. Esto ocurre porque no se logra transformar la frustración en un elemento simbólico, por lo que estas acciones, si bien quitan la angustia, tienen el costo que acabamos de mencionar.
El pensar implica tolerar la angustia, pero también crear un significado emocional a la experiencia que evite estos desenlaces. En conclusión, comprender la diferencia entre los funcionamientos protomentales y mentales es fundamental. La mente necesita de simbolismos para poder crecer emocionalmente, y es por medio de la imaginación que se empiezan a crear conceptos que nos han permitido ir entendiendo el mundo en el que nos circunscribimos.
El pensar implica la formación simbólica, el juicio, la decisión y el lenguaje cargado de significado, al servicio de la comunicación. Es por esto por lo que un tratamiento psicoanalítico puede ayudar a simbolizar las experiencias dolorosas, adjudicándoles un significado propio y aprendiendo de ellas al hacer que dichas emociones, con un acompañamiento, se vuelvan más tolerables. Lo no simbólico implica lo protomental, que se basa en hechos externos; mientras que lo mental es emocional, simbólico, se orienta a lo interno y se compone de experiencias donde lo que importa es el significado propio, emocional y estético.
Bibliografía
Ortiz, E. ( 2019 ) Donald Meltzer, vida onírica, sueños, mente y pensamiento.
Por Lizeth Loza